—¿Por qué estás llorando? —me pregunta mi tía Ángela. Es por la tarde… casi noche. Yo, solo, en una banca vieja, en la azotea de la casa. Tengo cinco o seis años… no me acuerdo. Solo me acuerdo de que extraño a mis papás. Ellos me han dejado “como en adopción”, bajo el cuidado de las tres tías: Ángela, Paz y Delia. Ya todas …